Venga después


–Su hermano se encuentra en perfecto estado, señor Rodríguez, lo hemos curado del todo, ya está listo para regresar a casa –me dijo la psiquiatra del instituto.
–¡Bella, bella como las sirenas y el alcohol! –empezó a cantar mi hermano desde afuera de la oficina de la doctora.
–No me dejas conversar tranquila, pero gracias –expresó la psiquiatra.
–No era para usted, era para su reflejo –dijo mi hermano, antes que se lo llevaran de regreso a su habitación.

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