El vicio te puede salvar


El reloj marcaba las 6 con 10 minutos y el apocalipsis recién empezaba. Eran dos las horas de viaje que me esperaban dentro de la buseta gracias al tráfico infernal, y como no cargaba audífonos, me tocó escuchar los vallenatos de la radio, los insultos de los conductores y los discursos de los carameleros. Pero también me tocó escuchar el muy conocido: ¡Bájense con todo!

–¿Qué tienes para mí, colorado? –me dijo uno de los ladrones cuando llegó a mi asiento.
–Sólo tengo dos tabacos, pana –le contesté sin mentir.

Cogió los cigarrillos, levantó su arma y sacó una bala; me la dio en la mano.
–Toma flaco, esto es lo que yo tengo para ti. Hoy no la usaré.

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