La Metrovía ya no llega bien


“Ay joven Samir, la alimentadora ahora lo deja a uno allá lejos, ya no va a entrar hasta el McDonald's”, palabras de la señora Sonia, una mujer humilde que nos ayuda con los quehaceres del hogar. Con la cabeza cabizbaja y moviéndola de un lado al otro, dice que ahora tendrá que caminar desde el colegio Galo Plaza Lasso, ubicado en Mapasingue Oeste, hasta Colinas de Los Ceibos; o pagar 0.25 centavos más de lunes a viernes ­–tanto de ida como de venida–. Eso representa $2.50 a la semana. $10.00 al mes. “Hoy que salga del trabajo no la coja”, me aconseja.

Con los audífonos en las orejas, la gente le ponía play a su música preferida e iba relajado durante el viaje, o sacaba algún libro o revista de su mochila y empezaba a leer con tranquilidad. Incluso estaba el grupo de amigos que conversaban divertidos cuando salían de la universidad, o los vecinos que se encontraban en el regreso a sus casas. Situaciones que se viven (o se vivían) en la alimentadora número 6 de la Metrovía que partía de la estación Mapasingue, ubicada en la Av. Martha Bucaram de Roldós, más conocida como Vía Daule.

A muchos les cogió por sorpresa este repentino cambio de ruta.

 Gente de Santa Cecilia, Los Girasoles, Colinas de los Ceibos, Los Olivos y Ceibos utilizaban diariamente este medio de transporte. De día y de noche. Para dirigirse a sus jornadas laborales. Para regresar a sus hogares. Para asistir a sus clases en la universidad o para ir a un punto específico de Guayaquil. En la alimentadora 6, uno se topaba con empleadas domésticas, guardianes, maestros albañiles, estudiantes, compañeros de aula, amigos, familiares, deportistas y desconocidos que terminaban siendo conocidos.

¿Cuál fue la razón de impedir que la alimentadora transite hasta la Av. Leopoldo Carrera? Algunos guardias de la Metrovía afirman que todo sucedió debido a que ciertos moradores de la urbanización Los Olivos se quejaron del smog que expulsaban estos buses mientras aguardaban, parqueados cerca de sus viviendas, el momento para efectuar nuevamente su recorrido.

A cualquier persona, y más si sufre de alguna enfermedad respiratoria, le molestaría tener un tubo de escape a pocos metros de su ventana, pero, ¿por qué los directivos de la fundación Metrovía no optaron por parquear los buses en otro sitio? o ¿ordenar que apaguen los motores mientras esperan su turno? Antes se detenían a una cuadra de McDonald's, y repentinamente empezaron a parquearse frente a los Olivos.

El municipio de Guayaquil ha invertido tanto en nuevos y modernos buses de la Metrovía, han reducido las líneas y las rutas de muchas cooperativas (busetas) en la ciudad, han logrado que las personas se sientan, en cierta parte, seguras de viajar en el transporte público, para que ahora hagan innecesario el uso de este medio, dejándonos a muchos con un limitado (casi escaso) acceso para trasladarnos de nuestras residencias a nuestros lugares de trabajo, o viceversa.
 
El futuro de la alimentadora 6.

En la página web de la Metrovía aún no actualizan la nueva ruta.
 

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